La jueza Carolina Macarrein, de la provincia de Corrientes, dictó un fallo inédito al ordenar a un padre leer El Principito tras haberse negado a pagar la cuota alimentaria de sus hijos. Según la magistrada, la lectura de la obra podía servir como una herramienta de concientización para que el progenitor comprenda que la paternidad no se limita a un aspecto económico, sino que también implica responsabilidad emocional y afectiva.
El texto de la sentencia subrayó que “ser padre no se limita a cumplir con una obligación económica; también implica acompañar, comprender y sostener emocionalmente a los hijos, especialmente cuando se encuentran en situación de vulnerabilidad”. De este modo, un clásico literario universal fue incorporado a un proceso judicial como vehículo de enseñanza y reflexión.
“Esperamos una reflexión, saber qué entendió. Y si no le produjo nada, pero da cuenta que lo leyó, está bien. No podemos obligarlo a sentir”, afirmó a Clarín la jueza Carolina Macarrei. Sin embargo, cuando tenía que asistir para contar sobre la lectura, adujo problemas de lumbalgia. La cita se reprogramó.
El valor universal de El Principito
La medida alcanzó repercusión nacional y abrió el debate sobre el papel de la literatura en la formación de valores. La utilización de El Principito como parte de una sentencia judicial resultó un hecho sin precedentes en el país, destacando la potencia simbólica de un libro que ha marcado a generaciones.
Publicado en 1943, El Principito es considerado uno de los libros más leídos y traducidos del mundo, con ediciones en más de 500 idiomas y dialectos. La obra es reconocida por transmitir valores como la amistad, el amor, la inocencia y la importancia de lo invisible a los ojos, convirtiéndose en un verdadero patrimonio cultural de la humanidad.
Su vigencia no solo se sostiene en el plano literario, sino también en la educación y en el ámbito social. Numerosos países lo incorporan a programas escolares y lo consideran una herramienta formativa para niños y adultos. La decisión de una jueza argentina de recurrir a este clásico para reforzar la importancia de la responsabilidad paterna confirma el alcance mundial de la obra de Saint-Exupéry.
El paso de Saint-Exupéry por Concordia
El eco de la noticia en Corrientes adquiere un matiz particular en Concordia, ciudad que guarda un vínculo directo con el aviador y escritor francés. En 1929, Saint-Exupéry aterrizó de emergencia con su avión en los campos del Parque San Carlos. Allí fue recibido por la familia Fuchs Valon, quienes le ofrecieron hospedaje en el histórico Castillo San Carlos mientras reparaba la aeronave.
Durante aquellos días, el escritor recorrió el parque, convivió con la familia y observó la naturaleza del entorno. Esa experiencia quedó grabada en la memoria local y con el tiempo alimentó la idea de que algunos pasajes de El Principito pudieron haberse inspirado en esa estadía. El contacto con los jardines, los animales y la hospitalidad recibida son elementos que muchos vinculan con las páginas del libro.
Hoy, el Parque y el Castillo San Carlos son escenarios de homenaje permanente a la figura de Saint-Exupéry. En el lugar se han realizado esculturas, murales y actividades culturales que refuerzan el lazo histórico entre la ciudad y el autor.
La decisión judicial de Corrientes, al recurrir a El Principito como herramienta pedagógica, refuerza la vigencia de una obra que trasciende el tiempo y las fronteras. Y en Concordia ese eco es aún más fuerte, porque recuerda que la ciudad formó parte de la vida del autor y de la inspiración que lo acompañó en su camino literario.